Se dice que el diablo tiene las mejores melodías, ¿pero cómo
suenan éstas? Una película sobre la historia de heavy metal arroja luz sobre el
llamado “intervalo del Diablo”, un fenómeno musical suprimido por la Iglesia
durante la Edad Media
En la superficie pareciera que no existe relación entre
Black Sabbath, El ocaso de los dioses de Richard Wagner, Amor sin barreras y el
tema musical de Los Simpson. Sin embargo, a todos ellos los distingue el
tritono, un intervalo musical que integra tres tonos enteros, como el quinto
disminuido o el cuarto aumentado. Este intervalo, el vínculo entre dos notas
tocadas en sucesión o simultáneamente, fue etiquetado como el intervalo del
diablo por los músicos medievales.
Una mitología rica ha crecido alrededor del tritono. Muchos
creen que la Iglesia quiso erradicar este sonido de su música, ya que invocaba
sentimientos sexuales o porque era el trabajo genuino del último de los
rebeldes. De hecho, es una mitología que aman los grandes hechiceros de la
guitarra.
En el documental lanzado en 2006, Metal: A Headbanger’s
Journey, el bajista Alex Webster, de la banda de death metal Cannibal Corpse,
rinde tributo al efecto prohibido de “la nota del diablo” utilizado en el heavy
metal.
El productor de rock Bob Ezrin señala: “Presuntamente fue el
sonido usado para invocar a la bestia. Hay algo muy sexual en el tritono. En la
Edad Media, cuando la gente era ignorante y temerosa, cuando escuchaba algo
como eso y sentía esa reacción en su cuerpo pensaba ‘ah, ah, ahí viene el
diablo’”.
Todo esto suena a un poco al complot exagerado de una
secuela del Código e Da Vinci. Pero el profesor de música del King’s College de
Londres, John Deathridge, opina que el tritono ha sido vinculado consistentemente
a lo maligno. “En la teología medieval tenías que representar de alguna manera
al diablo. O si alguien en la Iglesia católica romana deseaba retratar la
crucifixión, hacía uso de esa nota”, afirma.
Pero hubo tratados musicales y sistemas de reglas que
produjeron lo que en realidad provocó que se prohibiera el empleo del
intervalo, el cual fue visto como un mal cuando alcanzó los coros de los
monjes.
“Existen reglas musicales estrictas. No te permiten utilizar
esa disonancia en particular. Simplemente porque técnicamente no funcionará, te
enseñan a no escribir ese intervalo. Sin embargo esto puede interpretarse como
una prohibición religiosa, cuando en realidad es una prohibición técnica”,
señala Deathridge.
Sonido pagano
El intervalo del diablo gozó de gran popularidad entre los
compositores del siglo 19, cuando “hubo muchas representaciones del mal
construidas alrededor del tritono”.
“Puede sonar muy tenebroso, eso depende de cómo lo
orquestes. Es también bastante excitante”, afirma el profesor Deathridge. “Una
de las escenas más apasionantes de El ocaso de los dioses [de Wagner] –la más
pagana, la más maligna— es cuando irrumpen los timbales y el tímpano. Es
absolutamente aterradora, se parece una misa negra. Hay una conexión muy grande
entre el rock pesado y Wagner. Tiene muchas reminiscencias de la música del
siglo 19”.
Un defensor moderno del tritono es Black Sabbath, la banda
de rock que fue liderada por Ozzy Osbourne, en particular su rúbrica homónima
Black Sabbath, un punto de partida en la génesis del heavy metal.
Este eslabón entre el heavy metal y la música que conjuraba
al diablo en la Edad Media toma por sorpresa al guitarrista de la banda, Tommy
Iommi. “Cuando comencé a escribir el material de Black Sabbath solamente pensé
en un sonido directo. No imaginé que estuviera haciendo música para el diablo”.
Iommi afirma que él aspiraba a tocar “algo realmente perverso
y que sonara a condena”, aunque admite que pudo ser influenciado
inconscientemente por otra música, pero no por eso significa que buscara
convocar al diablo. Inicialmente hacíamos un blues jazzeado. Lo que es seguro
es que el sonido que nos distingue no fue algo que ideáramos de antemano. Yo no
sabía música por partitura. Y, por lo tanto, no ponía condiciones para nada”.
El lado siniestro
Hay, sin embargo, muchas bandas que deliberadamente utilizan
los tritonos, incluyendo el prominente metal de Slayer, que ofreció su tributo
en un álbum titulado simplemente Diabolus in Musica.
Aunque Anthony Pryer, quien posee una maestría en
musicología, cree que las bandas de heavy metal han errado al agarrar el
concepto “con ambas manos”.
“Es un problema reconocido retroceder en la música hasta el
siglo 9, ya que los músicos de aquella época tenían reglas alrededor de todo.
Fue llamada la música del diablo por dos o tres escritores en la Edad Media o
en Renacimiento. Fue una ‘música falsa’, los intervalos no eran naturales.
“Quizá pensaban que era endemoniadamente difícil enseñar a
los cantantes a no cantarlo (el tritono). Sin embargo, no considero que alguna
vez pensaran que el tritono eran las notas donde habitaba el diablo en la
música.
“Ahora el intervalo del diablo tiene su hogar natural en
muchos géneros, particularmente en los soundtracks, el jazz y el blues, donde
es muy común, debido a su asociación con la tensión y las cosas siniestras”.
Atmósfera tenebrosa
La disonancia provoca sentimientos extraños, aduce Pryer,
pero nada que tenga que ver con Satán. “[La disonancia] es algo que se muere de
ganas por ser resuelto. Un ejemplo muy bueno sería la apertura de Amor si
barreras, ‘María’. Quiere resolverse en la siguiente nota. Es es un tipo de
tensión muy especial. Te da ese sentimiento angular, afilado, tenebroso. La
música de las películas a menudo es extremadamente sofisticada en la
señalización al oyente. Ésa es una de sus particularidades. Es un tema
principal, utilizado por vez primera por Wagner”.
Independientemente de cuál sea la historia real del
intervalo del Diablo, el vínculo romántico entre Lucifer y la música popular
continuará y lo podremos rastrear desde el heavy metal, aunque también en los
Rolling Stones, Robert Johnson y más allá.
Anthony Pryer cita a Giuseppe Tartini, un virtuoso del
violín del siglo 18 que compuso la sonata El trino del diablo, una pieza tan
complicada que incluso los intérpretes modernos batallan para tocarla. “La hizo
increíblemente difícil; decía que durante un sueño el diablo le dio
instrucciones para componerla”.
Dos siglos después, Tartini seguramente habría estado en una
banda de heavy metal.
Tomado de: BBC News Magazine.
Traducción: José Luis Durán King.
El pacto de Giuseppe Tartini
POR Izzy Arias
Cuenta la leyenda que en una noche de 1713, Giuseppe
Tartini, un profesional del violín, obsesionado por la composición perfecta,
soñó al diablo. Éste se le aparecía con un atuendo hermoso y perfecto,
proponiéndole un pacto. Le otorgaría un violín, con el que tocaría la melodía
perfecta, pero, a cambio, el músico le daría su alma. Tartini, ansioso y cegado
por la ambición aceptó sin pensarlo dos veces.
Entonces, el diablo comenzó a tocar una melodía fascinante,
¡gloriosa!, con una destreza y facilidad que el propio músico quedó
impresionado al escuchar aquellas notas perfectas provenientes de un ser que,
todos decían, era horrendo y malicioso. Sin embargo, lo que él veía era un
hombre de belleza deslumbrante, que disfrutaba tocando el violín, del cual emanaba
una melodía placida y pacífica. Si así era el demonio, pensó, ¿cómo serían los
ángeles?
Al día siguiente, al despertar, Tartini recordó
perfectamente la melodía y comenzó a escribirla con una agilidad de la que no
daba crédito. Cuando terminó la sonata se percató de que había un nuevo objeto
en su habitación. Era un violín, hermoso, color caoba, que tenía algo que
hechizaba, algo mágico.
El músico cogió el violín y ensayó una y otra vez la sonata,
hasta que llegó la noche. Sin embargo, algo no salía como él deseaba, como la
había escuchado en manos del diablo. Pero Tartini no paró de tocar en todo el
día, olvidándose incluso de sus obligaciones. Aunque nada era igual, sus notas
no transmitían la belleza y bondad que transmitió el diablo tocándola. Tartini enloqueció
y se suicido, frustrado ante la imposibilidad de repetir la sonata.
¿Por qué Tartini nunca consiguió interpretar la melodía tal
como la había escuchado? Sólo el diablo tiene la respuesta: no intentes imitar
a la perfección en estado puro, puesto que un ser imperfecto como el ser humano
nunca logrará igualar una melodía que contiene la esencia misma de la maldad y
la perfección del diablo.
El violín que el diablo dio a Tartini fue heredado primero a
las siguientes generaciones del músico y después comenzó a pasar de mano en
mano. Por lo mismo se especula que aún circula en algún lugar del mundo.
Dice la leyenda que si el violín cae en poder de un joven
violinista, el diablo se presentara para ofrecerle un pacto que a la postre
volverá loco al músico.
Debido a que desde tiempos remotos se considera al violín el
instrumento musical por antonomasia del diablo –por el ímpetu y locura que
muestran algunos músicos al tocarlo— Tartini tituló a la sonata que lo condujo
a la locura El trino del diablo.
Muchos músicos del presente no se atreven a tocar la
composición de Tartini, quizá por su complicada trama o, tal vez, porque temen
vender su alma al diablo.
Tomado de:
Rock N Roll Life. Agosto 6,
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