La muerte de una estrella es uno de los espectáculos más
violentos del universo. ¿Cómo pueden afectarnos estos estallidos cósmicos?
En marzo de este año, un equipo internacional de astrónomos
liderado por Peter Garnavich, astrofísico de la Universidad de Notre Dame, en
Indiana (EE. UU.), anunció que habían logrado registrar por primera vez en la
historia el shock breakout de una supernova, esto es, el destello secundario
que provoca la onda de choque del estallido que marca la muerte más
catastrófica de una estrella. La explosión que la definió, bautizada como KSN
2011d, alcanzó su máximo brillo después de catorce días, y el fenómeno solo
duró veinte minutos.
La estrella implicada, situada a 1.200 millones de años luz,
era una supergigante roja quinientas veces mayor que el Sol. Cuando su núcleo
colapsó, se produjo una violentísima liberación de energía, y se convirtió en
un objeto 130 millones de veces más luminoso que el astro rey. En su momento
más álgido, el brillo superó al de toda nuestra galaxia.
Algunos científicos sospechan que una supernova cercana
quizá fue la responsable de alguna de las extinciones masivas que han asolado
nuestro planeta, aunque no se han encontrado pruebas concluyentes sobre ello.
Otros sugieren que podrían haber intervenido de alguna manera en el desarrollo
de nuestros ancestros.
El astrónomo Brian Thomas, de la Universidad Washburn, en
Kansas, indica que, tras la explosión de dos supernovas hace unos dos millones
de años, nuestro planeta recibió un baño de radiación tres veces superior a la
que estamos expuestos de forma natural, lo que, en su opinión, incrementó las
posibilidades de que varias generaciones de los primeros Homo erectus sufrieran
cáncer.
TOMADO DE: MuyInteresante
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