Esa teoría podría llegar a verdad en cualquier segundo,
porque de hecho es lo que vivimos a cada instante: creer en vida alienígena.
Por qué los extraterrestres nos ignoran es una incógnita que hemos guardado
desde hace mucho tiempo, incluso desde Kant, cuando sugiere vida fuera de este
planeta en “Qué es la Ilustración”, y que mejor se ha abierto entre el imaginario
popular a partir de criaturas amistosas como las de “E.T.”, seres complejos y
pensantes como en “Contact” e ingenieros ultrasofisticados como los de
“Prometeus”. Y la respuesta más rápida hoy, que es justo la que ahora
planteamos como la más deprimente y posible de todas, concluye en el hecho de
que somos muy aburridos para ellos.
Expliquemos esto por pasos. El SETI, acrónimo en inglés para
el Search for ExtraTerrestrial Intelligence, surgió en los años 70 bajo el
patrocinio de la NASA; su tarea desde entonces ha sido el encontrar señales de
vida inteligente fuera de este mundo y el desarrollar tecnología lo
suficientemente avanzada como para enviar y recibir manifestaciones varias de
lo que se encuentra en el espacio. Sus fundadores, Carl Sagan y Frank Drake,
jamás encontraron una señal de claro origen extraterrestre; sin embargo, nos
han legado varias detecciones sin origen evidente de emisión, pero que se
sugieren producto de una inteligencia extendida.
De entre los resultados y proyecciones que hemos adquirido
del SETI, existe una subdivisión conocida como Active o METI, la cual intenta
sostener mensajes con la inteligencia no humana e interplanetaria, y no sólo
conseguir evidencia de su ser. De entre los varios testimonios, comentarios e
impresiones que ha arrojado Doug Vakoch –presidente de este grupo– siempre
existen los que sortean las razones o motivos que existen tras la eterna
interrogante de por qué si los alienígenas existen, o por lo menos se tiene una
probabilidad muy estrecha de su existir, no han establecido ningún contacto
claro.
- En medio de estas declaraciones cabe destacar que Vakoch, para extender todavía más los motivos o contingencias de diálogo con estas criaturas, también apunta que:+ Es difícil adivinar las intenciones que tendrían al comunicarse con nosotros.+ Si su inteligencia los ha llevado, igual que a nosotros, a destruirse con sus mismos avances tecnológicos y no trascender la violencia dentro de su civilización, sería muy extraño que nos enviaran mensajes interestelares.+ De que una civilización ya haya descubierto la manera de viajar entre sistemas, seguro ya sabe que estamos aquí o sospecha con el mismo ímpetu que nosotros; así que, contrario a lo que alguna vez dijo Stephen Hawking, mandar mensajes a los extraterrestres no es un peligro ni nos pone en la visibilidad de un conflicto de recursos.+ Un diálogo con los alienígenas llevaría años, entonces ese imaginario creado por el cine debe tomarse como ciencia ficción y nada más.
+ La vida fuera de la Tierra puede ser radicalmente distinta
a la nuestra o a lo que pensamos que debería ser; ni la presencia de agua en
otros planetas ni seres medianamente antropomórficos son garantía de nada.
+ Una aproximación más realista de cómo sería contactar a
alguien de afuera en el cine SciFi está en “Arrival”; una película que no
muestra invasiones, carnicerías ni cosmogonías extraordinarias, sino que
retrata lo complicado de hallar un código de comunicación y entender los
propósitos de tales seres.
–
Los descubrimientos cada vez nos asombran más, las teorías
avanzan tan rápido como las innovaciones que nos permiten descubrir otros
sistemas de vida o sociedad –o sea, con lentitud–; y entonces estos
planteamientos de que somos verdaderamente irrelevantes para otras especies
igual o más prosperadas que nosotros no deben tomarse a la ligera, pues tampoco
resulta descabellado pensar que éstas existen. Justo como se debate en estos
otros textos:
La paradoja de Fermi y las posibilidades de vida
extraterrestre
5 fuertes indicios científicos de la existencia de vida
extraterrestre
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