lunes, 12 de junio de 2017

La verdadera historia de Newton, la manzana y la gravedad

Cuando hablamos de gravedad, nos viene a la cabeza la imagen de Isaac Newton sentado debajo de un árbol cavilando sobre la vida o sobre el Universo, probablemente. Cuando de pronto una manzana cae de ese árbol y le golpea la cabeza, entonces vincula velozmente lo que le ha pasado con sus estudios previos y surge una idea que después analizará mucho más a fondo con nuevas investigaciones y traerá consigo una revolución en el pensamiento, una teoría elegante y capaz de explicar de mejor forma el comportamiento del mundo y el Universo: la gravedad.


No obstante, no tenemos la certeza de que haya pasado de tal modo. ¿Quién asegura que fue de esa manera? En realidad, Newton no dejó algún escrito que lo constatara -o por lo menos no tan bello y sorpresivo-. Sin embargo, la Royal Society de Londres trabaja en la digitalización del escrito original para ponerlo a disposición del público y entonces nos daremos cuenta por nosotros mismos que no hubo una manzana cayendo sobre su cabeza. Éste dice que en efecto, en 1666, una manzana se desprendió de un árbol de la casa de su madre, para ser más exactos. Al verla caer fue cuando comenzó a interesarse en la gravedad, o mejor dicho, a perfeccionar los estudios sobre ella.

Yendo un poco más atrás en el tiempo, Newton se mudó de Cambridge a Grantham, a la casa de su mamá, ya que se había obsesionado con la órbita de la Luna alrededor de la Tierra y en su hogar no podía estudiarlo a la perfección. Justo ahí, luego de ver la manzana caer, la asoció con las matemáticas y empezó los estudios que culminarían en el planteamiento de la Ley de la Gravitación Universal. Sin embargo, Newton nunca aseguró que sus estudios los seguía con las manzanas, esta idea nació de un relato en particular escrito posteriormente por un arqueólogo amigo de Newton, llamado William Stukeley que también escribió la biografía del científico.

Stukeley se hizo amigo de Newton por la admiración que le tenía, lo seguía como un verdadero fan hasta que logró conseguir una cena con él. De ahí se podría derivar el mito de la manzana, ya que el hombre cuenta que luego de cenar, salieron a caminar y tomaron té debajo de un enorme manzano. Estando ahí, hablaron de los pensamientos de Newton cuando al mirar una manzana arriba de ellos, el científico trajo a colación la gravedad y entonces le preguntó al joven «¿Por qué esa manzana siempre desciende perpendicularmente a la tierra?». Él se contestó solo, diciendo que seguramente había un poder de atracción entre la materia y el centro de la Tierra, por lo tanto, «esta manzana cae perpendicularmente o hacia el centro. Si la materia atrae la materia, debe ser la proporcional, por lo tanto, la manzana dibuja la Tierra, así como la Tierra dibuja la manzana, es recíproco».
Ese relato es el más cercano a la manzana y su relación con Newton y sus leyes; sin embargo, hubo otras veces en la vida de Newton en que la fruta de la discordia fue protagonista. Se dice que una ocasión tenía que entretener al esposo de su sobrina por lo que le contó una historia en la que describía que una manzana le había caído en la cabeza y entonces sus estudios cobraron sentido, esto lo contó al ver una manzana en la mesa y así, sus suposiciones acerca de la gravedad volvieron a salir en una plática casual.

50 años más tarde, Newton recordó amabas anécdotas y se preguntó a sí mismo si había pasado realmente o si era producto de su invención y de la necesidad de entretener a sus amigos. Bien, quizá ocurrió, pero sin duda, el relato completo o como lo conocemos, fue una invención del científico, según Keith Moore, el jefe de archivos de Royal Society. Además la historia también se relacionaba con el relato bíblico del árbol del conocimiento del bien y el mal, ¿por qué? Newton tenía puntos de vista muy extremos en cuanto a la religión, por lo tanto la relación entre sus estudios y su “fijación” con las manzanas tiene más de una derivación.

Así, la historia de la manzana que explica que un objeto similar a la Tierra que se atrae al centro de ésta, es posiblemente uno de los relatos ficticios más contados en el mundo como un hecho real. Aunque no está tan alejado de lo que en realidad sucedió, Newton le puso su propio toque de interés que a decir verdad, es mucho más entretenido e interesante que el simple hecho de ver una manzana caer a lo lejos.

Si una cualidad tenía Isaac Newton fue la paciencia con la que se desenvolvía en cuanto a sus estudios, en parte dicha cualidad fue heredada por  Johannes Kepler, el hombre que descubrió el orden del Universo.

La deprimente teoría que explica por qué los extraterrestres nos ignoran


Esa teoría podría llegar a verdad en cualquier segundo, porque de hecho es lo que vivimos a cada instante: creer en vida alienígena. Por qué los extraterrestres nos ignoran es una incógnita que hemos guardado desde hace mucho tiempo, incluso desde Kant, cuando sugiere vida fuera de este planeta en “Qué es la Ilustración”, y que mejor se ha abierto entre el imaginario popular a partir de criaturas amistosas como las de “E.T.”, seres complejos y pensantes como en “Contact” e ingenieros ultrasofisticados como los de “Prometeus”. Y la respuesta más rápida hoy, que es justo la que ahora planteamos como la más deprimente y posible de todas, concluye en el hecho de que somos muy aburridos para ellos.
Expliquemos esto por pasos. El SETI, acrónimo en inglés para el Search for ExtraTerrestrial Intelligence, surgió en los años 70 bajo el patrocinio de la NASA; su tarea desde entonces ha sido el encontrar señales de vida inteligente fuera de este mundo y el desarrollar tecnología lo suficientemente avanzada como para enviar y recibir manifestaciones varias de lo que se encuentra en el espacio. Sus fundadores, Carl Sagan y Frank Drake, jamás encontraron una señal de claro origen extraterrestre; sin embargo, nos han legado varias detecciones sin origen evidente de emisión, pero que se sugieren producto de una inteligencia extendida.

De entre los resultados y proyecciones que hemos adquirido del SETI, existe una subdivisión conocida como Active o METI, la cual intenta sostener mensajes con la inteligencia no humana e interplanetaria, y no sólo conseguir evidencia de su ser. De entre los varios testimonios, comentarios e impresiones que ha arrojado Doug Vakoch –presidente de este grupo– siempre existen los que sortean las razones o motivos que existen tras la eterna interrogante de por qué si los alienígenas existen, o por lo menos se tiene una probabilidad muy estrecha de su existir, no han establecido ningún contacto claro.
  • En medio de estas declaraciones cabe destacar que Vakoch, para extender todavía más los motivos o contingencias de diálogo con estas criaturas, también apunta que:
    + Es difícil adivinar las intenciones que tendrían al comunicarse con nosotros.

    + Si su inteligencia los ha llevado, igual que a nosotros, a destruirse con sus mismos avances tecnológicos y no trascender la violencia dentro de su civilización, sería muy extraño que nos enviaran mensajes interestelares.

    + De que una civilización ya haya descubierto la manera de viajar entre sistemas, seguro ya sabe que estamos aquí o sospecha con el mismo ímpetu que nosotros; así que, contrario a lo que alguna vez dijo Stephen Hawking, mandar mensajes a los extraterrestres no es un peligro ni nos pone en la visibilidad de un conflicto de recursos.

    + Un diálogo con los alienígenas llevaría años, entonces ese imaginario creado por el cine debe tomarse como ciencia ficción y nada más.
+ La vida fuera de la Tierra puede ser radicalmente distinta a la nuestra o a lo que pensamos que debería ser; ni la presencia de agua en otros planetas ni seres medianamente antropomórficos son garantía de nada.

+ Una aproximación más realista de cómo sería contactar a alguien de afuera en el cine SciFi está en “Arrival”; una película que no muestra invasiones, carnicerías ni cosmogonías extraordinarias, sino que retrata lo complicado de hallar un código de comunicación y entender los propósitos de tales seres.


Los descubrimientos cada vez nos asombran más, las teorías avanzan tan rápido como las innovaciones que nos permiten descubrir otros sistemas de vida o sociedad –o sea, con lentitud–; y entonces estos planteamientos de que somos verdaderamente irrelevantes para otras especies igual o más prosperadas que nosotros no deben tomarse a la ligera, pues tampoco resulta descabellado pensar que éstas existen. Justo como se debate en estos otros textos:

La paradoja de Fermi y las posibilidades de vida extraterrestre

5 fuertes indicios científicos de la existencia de vida extraterrestre